DEBATE: Vivir un sinfín de experiencias con la palabra en el centro – Inés Garcia Redondo

Probablemente, el ejercicio de compartir y contraponer ideas sea uno de los más practicados desde la invención de la palabra. Todos alguna vez, en una conversación con amigos en el bar o en una actividad en clase, nos hemos tenido que enfrentar a la tarea de exponer nuestras ideas y compararlas con las de los demás. Por ello, la palabra debate no nos es en absoluto ajena. Sin embargo, algo más desconocido es que el debate también se practica de manera competitiva a nivel universitario: con formaciones y torneos, mundiales y europeos. Esta es de hecho una de las actividades practicadas en el Roncalli, a la que yo misma he dedicado gran parte de mis años universitarios, pasando por todas las fases de la vida del debatiente.

 

Recuerdo perfectamente cuando, a finales de mi primer curso, Mª Ángeles se me acercó para proponerme participar en un torneo de debate: el torneo de Colegios Mayores. El tema a debatir era si la discriminación positiva era efectiva para garantizar la igualdad entre hombres y mujeres. Yo estudiaba matemáticas y física, y sentía que igual no tenía mucho que aportar porque no sabía apenas de economía, ni de cuestiones legislativas. Pero me picó la curiosidad por saber cómo funcionaba un torneo de debate, así que me apunté. Y menos mal que tomé esa decisión.

 

Participar aquel año en el torneo intercolegial fue una experiencia inolvidable. En mi mente, en debate siempre defendías tus ideas, y la mayoría de los debates en los que había participado eran más bien discusiones tremendamente desordenadas. Sin embargo, en debate académico cada ronda se sortea tu postura: igual en la ronda de las 10 estás a favor de la discriminación positiva, pero a las 11 estás totalmente en contra. Los equipos están compuestos por 4 personas, cada una con un papel definido en el equipo: el introductor, que plantea la línea argumental del equipo; los refutadores, que desarrollan los argumentos con evidencias y refutan los argumentos del equipo contrario; y el conclusor, que finaliza resumiendo el debate y debe convencer de que su equipo ha sido el vencedor. Nosotras éramos bastante novatas. Por ello, contamos con la ayuda inestimable de un formador estupendo que nos enseñó a preparar los argumentos, aunque al final lo implementáramos regular con los nervios y la inexperiencia. Sin embargo, preparar el debate, llegar al torneo y enfrentarme a los contrarios, el ambiente que encontré no solo con mis compañeras sino con el resto de equipos… Lo cierto es que me enganchó por completo. Así que el año siguiente, con el mismo formador, empezamos desde septiembre a tener debate como actividad regular en el colegio, junto al Colegio Mayor Aquinas. Y así comenzó la andadura del Club de Debate Aquinas-Roncalli.

 

Desde entonces me convertí en una fiel asistente a las formaciones y a todos los torneos que se organizaban por Madrid. Descubrí el formato Parlamentario Británico de debate, en el que se participa por parejas y se conoce el tema de debate solo 15 minutos antes de que comience la ronda, por lo que se deben preparar todos los argumentos en esos 15 minutos. En cuanto llegaba el fin de semana, nos escapábamos al torneo más cercano a debatir. De esta manera, hice amigos por toda la geografía española recorriéndola de torneo en torneo. ¡Hasta fuimos a Oxford y a París a debatir! Además, tuve la maravillosa oportunidad de participar en dos Campeonatos Mundiales de Debate en Español (CMUDE) en Chile y Perú, en los veranos de 2018 y 2019. Así, gracias a debate, mis años de universidad han estado plagados de un sinfín de experiencias increíbles.

Un campeonato que se nos seguía resistiendo, sin embargo, era el Torneo de Colegios Mayores. Con la formación que recibimos todos esos años, conseguimos ser finalistas durante 3 años seguidos. Pero nunca conseguimos ganarlo. Quizá motivada un poco por esto, pero, sobre todo, convencida de que el debate tenía que seguir formando parte de la vida del Roncalli, este año tomé las riendas de la formación de debate en el Club. Era un año muy complicado: con la pandemia apenas había torneos, y evidentemente hacer debate con mascarilla siempre es mucho menos atractivo. Sin embargo, viéndolo ahora, este ha sido sin duda uno de los mejores años que he vivido en debate. Cuando llegué a la primera clase de debate, me encontré con un grupo de chavales tremendamente motivados con la actividad, con ganas de trabajar y de aprovechar todas las oportunidades que los Colegios les pudieran ofrecer. Estuvimos trabajando en clase durante unos meses, y casi como si fuera cosa del destino, uno de los primeros torneos presenciales que se organizó fue el torneo intercolegial. Cuando lo propuse en clase no hubo un atisbo de duda: teníamos que participar. Así, lo preparamos con mucho cuidado, pues era el primer torneo de todos los integrantes del equipo. Y llegaron y consiguieron ganarlo. Un despegue espectacular para esta nueva generación de debatientes.

 

Desde entonces, no han dejado pasar ni un solo torneo. Hemos participado en el BP de la Autónoma (donde un equipo llegó a la final de novatos, siendo la primera vez que debatían en Parlamentario Británico), en el BP de nuestros colegios: el BP Aquinas-Rocalli (donde otro equipo fue el 2º mejor equipo de la clasificación, cayendo dolorosamente en semifinales) y hasta nos fuimos a Barcelona un fin de semana a debatir (con un equipo en la final y uno de los chicos siendo el 8º mejor orador del torneo). Acompañarlos en todas estas experiencias ha sido una tarea maravillosa: verlos crecer torneo a torneo, hacerse cada vez más amigos, cuidarse y apoyarse cuando las cosas salían bien, pero sobre todo, si salían mal… Sin duda, este ha sido un año que ha demostrado que el Roncalli tiene todavía mucho por debatir.

 

En definitiva, debate es una actividad en la que aprendes a organizar y expresar con claridad tus ideas, donde investigas sobre una cantidad enorme de temas, y compites en torneos de altísimo nivel, poniendo a prueba todo tu trabajo. Sin embargo, también es los amigos de tu club, salir a tomar una caña después de la formación, las risas entre rondas del torneo con amigos de otras sociedades de debate, viajar con la excusa de debatir a los lugares más increíbles y crecer personalmente de forma constante. Y por ello, yo siempre lo digo: debate es una actividad que no te puedes perder del Roncalli.

– Inés Garcia Redondo

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