En el intento de construir un mundo solo con la voluntad y las fuerzas humanas, se han dañado las formas agradables de convivencia.
Escrito por Armando Zerolo Durán
Las tertulias políticas buscan descubrir la belleza de la vida en común. Europa es una gran tradición de cultura, religión y arte que se materializa en un territorio común. Por esta razón hemos estado leyendo y viajando a los lugares que se encuentran en el corazón de una gran cultura centroeuropea (Viena, Moscú, Cracovia). A los españoles nos resulta algo ajena porque nuestra historia particular de finales del siglo XIX y principios del XX nos mantuvo preocupados con nuestras disputas internas y el desmantelamiento de los últimos restos del Imperio.
En nuestros días estamos ante un reto cultural muy importante porque los tiempos de cambio que vivimos nos invitan a comprender de nuevo qué somos, cuál es nuestra historia y qué valor tiene vivir juntos.
Hemos podido leer distintos autores como Víctor Frankl, Petter Moen, C. Virgil Gheorghiu, Alexander Solzhenitsyn o Svetlana Alexievich que, de una u otra manera, nos han aproximado a nuestra historia reciente. Nos han enseñado que, en el intento de construir un mundo solo con la voluntad y las fuerzas humanas, se han dañado las formas agradables de convivencia. Lo que prometía ser el Cielo en la Tierra acabó por ser el Infierno. Pero estas experiencias del siglo XX también nos han enseñado que, en la catástrofe, también emerge una humanidad más profunda, más consciente y más generosa. Lo pudimos ver en Auschwitz, monumento del terror, pero también de una humanidad nueva, donde todos y cada uno de los rostros humanos adquirían un significado único, inexplicable desde los planes humanos. Hombres sufrientes, víctimas de la crueldad, que encuentran su significado en su relación con su naturaleza trascendental. Auschwitz fue una experiencia fuerte en nuestro viaje a Cracovia, pero en aquella ciudad de cruce de caminos, donde confluyen los caminos que unen Oriente y Occidente, donde Centroeuropa se encuentra y se funde en una vasta cultura, también pudimos ver que Europa es una unidad de cultura, un diálogo histórico con la belleza y con la libertad. Una ciudad común que se concreta en plazas públicas, edificios históricos, música y un saber estar juntos.
El valor de una cultura como encuentro también lo podemos ver en las lecturas en común, aprendiendo a escuchar a nuestros compañeros, a conocer a profesores, libros e ideas distintos. Descubrirnos a nosotros mismos como una relación con los demás, con nuestra historia y con el mundo en el que vivimos es la mejor manera de descubrir la belleza de la política.
Armando Zerolo Durán es Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Desde hace cuatro años imparte distintos Seminarios sobre Europa, política y cultura en el CM Roncalli. Con él hemos descubierto Viena, Moscú y Cracovia. Para conocer más sobre Armando clica en su foto.