A los retazos de la crisis económica desatada en 2007, que ha generado unas tasas elevadas de desempleo estructural, le sumas una crisis personal que desemboca en dependencias para llenar vacíos, que conduce en muchos casos a rupturas afectivas y el resultado es que 2.576 personas de la Comunidad de Madrid vivan en la calle. Conscientes del drama humano que supone esta realidad para quien se ve abocado al sinhogarismo, un grupo de colegialas del Roncalli desde hace varios años, tiene programada una intervención mensual con las personas que duermen bajo los soportales de la Plaza Mayor. Anoche además de algo de comida caliente y ropa de abrigo se llevaron un regalo muy especial. Alimento para el alma.
“No se pueden arreglar los problemas de hambre en el mundo teorizando o con complejas soluciones económicas, no se puede hablar de la pobreza en abstracto sin ponerle rostro, no hace falta realizar acciones heroicas para cambiar el mundo”. Sostiene María Bárcena Subdirectora del Colegio Mayor Juan XXIII Roncalli que coordina con un grupo de colegialas capitaneado por Carmen Gallardo el reparto de alimentos y ropa de abrigo para las personas que pasan la noche bajo los soportales de la Plaza Mayor. Una iniciativa que se repite cada mes y que en esta última cita del año ha ido acompañada de un regalo personalizado para cada uno de ellos.
“En este mes de diciembre y con el dinero recaudado por las colegialas en este trimestre, con la venta solidaria de pulseras y sudaderas además de los bocadillos, hemos repartido unos lotes de ropa de abrigo, junto con una felicitación manuscrita para cada indigente -sigue relatándonos María-. Las colegialas han querido hacer de este día un momento muy especial para todos ellos, con este pequeño regalo”.
“Es irónico pensar que duermen en un sitio lleno de luces, puestos de venta de Belenes y Árboles y nadie les dedique unas palabras de amor y aliento que les haga sentir, de alguna forma, que el Niño Dios también nacerá en sus corazones y no están solos. Las colegialas así lo han entendido y saben que basta un pequeño gesto para hacer de este mundo un lugar más amable. De hecho, desde hace varios año y por iniciativa de un grupo de colegialas , una tarde al mes, nos acercamos hasta la Plaza Mayor para compartir con las personas sin hogar que pasan la noche bajo los soportales, unos bocadillos, café, caldo… pero, por encima de todo, se trata de compartir un pequeño espacio de nuestra vida con estas personas tan necesitadas de afecto y cariño que viven entre tanta soledad pues, en la mayoría de los casos, las necesidades son más espirituales que materiales”. Anoche en la Plaza Mayor se compartió alimento para el alma.