Roncalli, ¿50 años de Empoderamiento Femenino?

Como empoderamiento se conoce el proceso por medio del cual se dota a un individuo, comunidad o grupo social de un conjunto de herramientas para aumentar su fortaleza, mejorar sus capacidades y acrecentar su potencial, todo esto con el objetivo de que pueda mejorar su situación social, política, económica, psicológica o espiritual.

La palabra, como tal, es un calco que proviene del inglés, deriva del verbo to empower, que en español se traduce como empoderar, del cual a su vez se forma el sustantivo empoderamiento.

Empoderar, pues, significa desarrollar en una persona la confianza y la seguridad en sí misma, en sus capacidades, en su potencial y en la importancia de sus acciones y decisiones para afectar su vida positivamente.

Y ahora que ya sabemos de qué se trata y de dónde proviene la palabra Empoderar tan de moda últimamente, hablemos pues del Empoderamiento Femenino.

¿Realmente alguien cree que por usar hasta gastarlo este término va a cambiar algo? ¿Alguien cree que por añadir una a final a cualquier palabra ya mejoramos las condiciones de vida de las mujeres, sus oportunidades y recursos?

A mí, en esto como en tantas otras cosas me da la impresión de que hay que hablar menos y trabajar más. Pareciera que con sólo repetir la palabra empoderar hasta la saciedad van a cambiar las cosas. Y no es así. Nunca ha sido así. Las palabras o términos nuevos sólo sirven para cambiar algo si hay un trabajo bien hecho detrás. Sino, simplemente nos acostumbraremos a escucharla y nada más. Hay que conseguir la igualdad de oportunidades y derechos, y todavía falta mucho, por supuesto. Pero hay que hacerlo desde dentro. Sólo las revoluciones que han ido de dentro hacía fuera del ser humano han triunfado realmente. Jesucristo, Lech Walesa, Gandhi?Primero fue el fondo luego vino el marketing (buscado o no) como consecuencia directa y lógica del buen hacer. Ahora pareciera que queremos empezar la casa por el tejado. Inventémonos un buen slogan (eso gusta, eso vende) y ya luego veremos qué hacer con él, ya le buscaremos algún contenido?o no.

Más que de empoderamiento femenino yo hablaría de meritocracia. Nada de cuotas. Es un insulto a nuestra inteligencia femenina buscar por ley la paridad. No tienen que hacernos un favor ni regalarnos nada que no merezcamos. No queremos limosnas. A lo largo de la historia, se nos han mostrado como excepcional a aquellas mujeres escritoras, científicas, investigadoras, que destacaban en algo. Ciertamente entonces lo eran, pero SÓLO porque eran pocas, las que tenían acceso a un mundo entonces llamado «de hombres». Que haya mayoría de hombres o de mujeres, según los casos, en quien sabe qué consejo de administración u organismo, no es lo que importa. Lo que queremos es que sea en base a su valía y conocimiento y no, porque una ley demagoga y oportunista lo establezca así.

Ante todo esto, yo me quedo con el Empoderamiento del Roncalli: Tratar a las colegialas como personas, ni más ni menos. Seres humanos completos con sueños y limitaciones, pero también y, sobre todo, con capacidades y valores más allá de su sexo. Ayudarlas a descubrir y sacar lo mejor de sí mismas en su propio beneficio, pero también en el de la sociedad de la que forman parte.

Me quedo con el ejemplo de miles de Roncallinas, (de las que puedo presumir conozco en persona a cientos) que a lo largo de 50 años y repartidas por los cinco continentes han ido dando ejemplo de esfuerzo, trabajo, solidaridad, humildad, firmeza en sus principios, búsqueda de la justicia, y muchos etcéteras, cuando aún ni tan siquiera habían oído hablar de la palabra empoderamiento.

Me quedo con Ellas, y en todo caso, una vez más con el mensaje que nos dejó Jesucristo hace más de 2000 años. «Querer al prójimo como a ti mismo». No hay política ni filosofía que lo haya mejorado aún. Y la buena noticia es que ni siquiera hace falta tener fe para darse cuenta de que sigue siendo el mensaje más completo y moderno. Incluye todos los sexos, razas, religiones y clases sociales. Nos empodera a TODOS.