El amor es siempre la respuesta

Por Tasio Pérez Salido, profesor de habilidades y competencias de la persona en la Universidad UFV

 

Durante este curso he podido disfrutar de varios encuentros con las colegialas en los que hemos querido profundizar en la idea de la felicidad. Cierto es que las inquietudes y el enganche lo hacíamos a través de las relaciones de pareja, pero la cuestión de fondo ha sido el interrogante sobre la felicidad.

Si realmente nos preguntamos qué hace feliz al ser humano, si elevamos esta pregunta a numerosas personas de diferentes culturas, la respuesta sería básicamente la misma, el amor. Es una respuesta universal y por obvia, en ocasiones no analizada en suficiente profundidad. El amor como valor se vive y realiza en diferentes ámbitos, fundamentalmente en la familia, en la amistad, en las relaciones de pareja y en la relación con uno mismo. Las preguntas de las colegialas, de fondo nos remitían a esta idea.

La sociedad actual ha establecido nuevos cánones de perfección para cada una de estas realidades. Por ejemplo, se habla mucho de ideas de autoestima o autoaceptación, se habla sobre igualdad, respeto, etc, pero simultáneamente se nos dan constantemente cánones de belleza y perfección inalcanzables, se confunde autoestima con egoísmo. Se proyectan a través de las redes sociales imágenes idealizadas de la vida de otros, y se imponen modelos de comportamiento que nos alejan de la felicidad.

Las colegialas están viviendo inmersas en una sociedad en la que valores como el hedonismo, el consumismo y la permisividad están en alza y por ello se hace imprescindible pararnos a ahondar en aquellas dimensiones del ser humano que le dotan de dignidad y que abren las puertas a una vida de plenitud y felicidad.

En la era de la comunicación por excelencia se acusa más que nunca la soledad y el individualismo. Sin embargo, no somos más felices; por el contrario, empezamos a experimentar una falta de sentido de la existencia, una sensación de vacío y hastío por la vida. Es duro observar cómo algunas chicas de 19, 20 años se sienten solas y defraudadas con el amor, es complicado comprobar que al inicio de su vida adulta ya tienen una profunda sensación de desconfianza o abandono con respecto a las relaciones de pareja.

Las paradojas de la sociedad contemporánea nos llaman a profundizar en aquellas áreas de vital importancia para la felicidad del ser humano tales como el amor, la sexualidad o la comunicación. Esta era la idea de las diferentes sesiones con las colegialas, intentar desde diferentes aproximaciones responder al interrogante sobre la auténtica felicidad.

El amor es siempre la respuesta y durante las sesiones he intentado transmitirles machaconamente que no todo es amor, que no todo es amor del bueno, que muchas de las cosas que han vivido y de los modelos que les presentan tienen que ver poco con el auténtico amor. Los “amores” son de diferente calidad, si bien todo el mundo desea ser amado y quiere amar, no siempre se ama de forma esclarecida, plena y libre. Y esto, que resulta muy duro decirlo y escucharlo, es algo tan real como el amor mismo. “Pero ¡cómo no voy a quererlo si estoy super-enamorado de él!”, y es que, aunque siempre se quiere, no siempre se ama bien. De la misma forma que apreciar la pintura, no significa saber pintar bien, o que adorar la música, no implica saber interpretarla, querer no significa siempre saber amar. Aprender a pintar, o a tocar un instrumento supone un compromiso, un esfuerzo y un largo y arduo aprendizaje, de la misma forma amar bien implica un esfuerzo que se apoya en el querer, pero que va más allá.

Pero ¡cómo no voy a quererla si estoy super-enamorado de ella!” Esta frase nos la puede espetar un chico que no trata bien a su chica; o alguien que, poseído por los celos, no deja que su novio hable con sus amigas; o la puede pronunciar una chica que le es infiel a su pareja. En todos estos casos hay amor, pero no se sabe querer. Y estas cuestiones nos las planteaban las colegialas en sus preguntas. Ayudarlas a identificar el buen amor ha sido el intento de fondo de todo el proyecto.

El ser humano, ser social, está llamado al encuentro con los otros y con uno mismo. Sólo desde el encuentro personal se fijan las bases para una vida saludable y plena. Pero para alcanzar el verdadero encuentro con los otros es necesario descubrir quién soy, cómo siento y los mecanismos internos que se dan en mi persona. Este ha intentado ser el itinerario que hemos querido seguir en las diferentes sesiones, partir de como es el ser humano, para desde ahí intentar conocernos personalmente, aprender a querernos y evaluar nuestra historia personal para entender nuestras necesidades y reacciones frente a las relaciones de pareja

Hemos querido recalcar en todas las sesiones que es fundamental en el camino hacia el otro, saber desde dónde parto y cuál es mi realidad. En la medida en la que me conozco mejor, seré más capaz de mantener el equilibrio entre afectividad, inteligencia y voluntad y desde ahí, integrar adecuadamente la vivencia del amor y la sexualidad.

Es esencialmente en el amor, la sexualidad y la comunicación dónde podemos encontrar sólidas bases para construir nuestra felicidad y de ahí la importancia de profundizar en estos temas desde una postura integral, científica, humanista y abierta.

Tenemos todavía muchas preguntas que responder, porque la inquietud por el amor y la búsqueda de respuestas anida en el corazón de todo hombre y de toda mujer.

 

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